15.11.10

Del nombre





Hay una propuesta que explicitamos y se trata de una pregunta: ¿se puede partir del cualquier cosa? Significa que tenemos una duda, o varias . También podemos pensar que por haberla dejado escrita ya la hemos resuelto. Pero no, la duda es femenina y merece más que serviles y vanas explicaciones. Queremos algo más.


Investigaciones en Lengua Quechua de la zona de Catamarca y La Rioja han determinado que Muna significa querer. Parece que uno de éstos doctos registradores -lápiz y libretita en mano, como imaginamos- anotó que ciertos hablantes decían NUMASKA! NUMASKA! NUMASKA! Creemos que sus datos nunca llegaron a establecer la exactitud de esa emisión y convinieron en que "deben estar diciendo Munaska" -suponemos que fue por hacerle caso al tan aclamado recorte teórico para avanzar y no detenerse en lo que podría determinar que el trabajo se estanque, en términos de campo intelectual que valida y paga todo ese paseo, quesos de cabra-. Entonces, nos informaron que munaska significa deseo. Y nosotros lo aceptamos.


Pero, también nos hacemos preguntas y desde aquí está la invitación a frenar. Por eso, paramos y somos NUMASKA, somos esa emisión que hubo que adaptarla para continuar, ese uso que registraron de otro modo y "dále pa´delante".
Somos el mal uso de ese uso, o el uso sin descifrar, o el uso usado más de una vez. Estamos desclasificados porque nos registraron mal, no como éramos.


Acá y de ahora en más, nos obligamos a parar y a vivir en esa duda. Porque quienes decimos Numaska, decimos ¿deseo?


Queremos algo más. Sin ver eso como avance, sino como quietud y pregunta: el culto a lo parcialmente estático, a la vista de espiral, a la sensación como laberinto. Y una pregunta más, otra, y otra, y ...


¿Hay pregunta?

Loco, gritá NUMASKA!

6 comentarios:

Tortódroma dijo...

Es como ese al que lo anotan al día siguiente en el Registro Civil y entonces queda condenado a festejar doblemente su cumpleaños, con una ambigüedad de por vida, pero también es esa cosa la que lo define a uno, incluso aunque esa cosa sea ambigüedad, la toma y dice: soy ambiguo. Y entonces toma una palabra, aunque sabe que probablemente la pronuncia o la escribe mal, o "mal" ortográficamente hablando -que, como ya establecimos ¿qué es eso y para quién?- y la hace suya como puede, porque la necesita para algo, una pequeñez como darle sentido a esta bolsa de papas a la que llamamos existencia y si no tuviera papas entonces se nos va todo el concepto al demonio... y no, no queremos eso. Empezamos por las papas, después, todo lo demás. ¡No nos desacomoden!

Alejandro Bresler dijo...

Acá estoy. Trato de sguirte, pero me negás la posibilidad. Poné por ahí el botoncito, mujer.

Y shaketá... ¿sobrevivís en ese limbo catastrófico con cierta dignidad?

Un abrazo

Ale

Anónimo dijo...

Este blog es sensacional!!!

Mucha suerte con el mismo..

un abrazo,

desde Colombia,

Elvis.

Juan Pablo Cozzi dijo...

Sugestiva editorial. Esperamos que el futuro inmediato nos depare más y más incertidumbre, que el burro nunca llegue a la zanahoria por más que estire una lengua bífida y que no me quiera Fabio sino Juana Inés.
Salud! Y gracias por la invitación.

Alejandro Bresler dijo...

Dura tarea la tuya, y abrazable. Más en un claustro que cultiva el esencialismo textual y abomina de la palabra, paradójicamente. Dejemos de tratar de descifrar lo que dicen los libros y empecemos a averiguar qué queremos decir nosotros, para obligar a los textos a decirlo en nuestro nombre.

Leticia dijo...

Tortódroma:
me encantó lo de la ambiguedad de por vida. Eso somos, lo ambiguo que no pretende desambiguarse y mucho menos ser desambiguado. Agradecemos que haya colaborado a definirnos.

Ale:
Y si, habrá que decir lo que tengamos que decir. De todos modos nos van a clasificar. Hay que abrir la boca y gritarle todos los nombres al de al lado. Que no los escuche, que los trague y los grite después.

J.Pablo:
Gracias! Y mientras continuemos en la obstinación, no nos sucederá nada certero. ÁMÉN!